Hoy, me
desperté con una sensación extraña, los pájaros como de costumbre, desde sus
alturas, con su canto, un ligero velo de
niebla sobre la atmósfera, me hicieron
recordar las lejanas luces de la ciudad. Todo era perfecto, hasta la nube
rojiza que transitaba lentamente por
el pedazo de cielo que atraviesa mi balcón. ¡Que vanas ilusiones! Horas
después, deban la noticia, de que había
fallecido Eduardo Galeano: El hombre que disfruté intensamente.
Él, me
acompañó en aquellos segundos y minutos,
en los que, no quería estar sola; cuando
la desesperación de la tarde, con mis oscuros puntos de vista, que jamás
habiera deseado tener; sólo él, me los aclaraba
con sus “verdades ocultas”, como dice Mujica, y con sus abrazos:
No nos da
risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su
vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces
del dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de
raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña Muerte, llaman en Francia
a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos
encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande,
muy grande ha de ser, si matándonos nos nace. “(Del libro de los abrazos)
Se ha
ido Eduardo Galeano, pero seguiré leyendo
sus largas historias e interminables cuentos; permaneceré con el Libro de
los Abrazos hasta cobijarme con ellos, en momentos de
intenso invierno.
Lo que
manifiesto hoy, pareciera fantasía, pero Galeano no se fue, porque él escribió
para los nadie, para los pobres del mundo, para las pueblos que han vivido la
barbarie del imperio, que aún persiste,
llegando ellos, a abrir nuestras venas y exprimirlas hasta dejarnos sin
aliento.
¿Hasta cuándo los países latinoamericanos seguiremos aceptando las órdenes del mercado como si fueran una fatalidad del destino? ¿Hasta cuándo seguiremos implorando limosnas, a los codazos, en la cola de los suplicantes? Hasta cuándo seguirá cada país apostando al sálvese quien pueda? ¿Cuándo terminaremos de convencernos de que la indignidad no paga? ¿Por que no formamos un frente común para defender nuestros precios, si de sobra sabemos que se nos divide para reinar? Por qué no hacemos frente, juntos, a la deuda usurera? ¿Qué poder tendría la soga si no encontrara pescuezos? (Galeano)
Elsy