jueves, febrero 13, 2014

Ay, la vida




 Ayer tenía pensado enviar las dos fotos, de los dos regalos que alegrían mucho mas, el día de mi celebración, pero no; llegó lo inesperado: La noticia de que un infarto fulminante había acabado con la vida de  Santy. Se estropeó todo, quede sin aliento, sin habla, no podía caminar, estaba congelada. Aquella sensación me duro mucho tiempo, hasta cuando recobré las palpitaciones de mi dolido y maltratado corazón. Advertí que la sangre volvía a circular por las venitas de mis piernas, me dolían, me dije –tranquila tómalo con calma-. Me animé y le envía un mensaje a Regi, él, estaba muy distraído en su trabajo-al menos así lo interprete- yo sabía que no me resolvería ésta nueva excitación, porque en definitiva es mi asunto.Poco a poco fui recuperando todos los sentidos.

Al comienzo de la noche, extrañando algunas ternuras, y como son tiempos calurosos, en el pueblo, me bañe.

Terminé escucha sus canciones hasta sacarme los ruidos externos y solo quedarme con sus melodías y su poesía. Ya con el alba a mis espaldas, exclamé: ¡No quiero ser amante¡

Acababa de morir otro de mis tantos amores: Santiago Feliú. 

Elsy

martes, febrero 11, 2014

Nadie estaba obligado (a) a tanta pasión

 Foto: Elsy
Celebré mis cumpleaños con tres días de anticipación para que pudieran asistir casi todos los invitados -no eran cuatrocientas-, eso no  -pocos, pero familiares-

Mi hermana y yo estuvimos muy  atareadas en los preparativos, elaboramos  una lista con las tareas y las compras; íbamos  al pueblo varias veces porque  siempre nos faltaba algo. Todo formaba parte de la organización, no queríamos ninguna improvisación . –Ella-, mi hermana, se ocupó  de la cena, -la que habíamos acordado-. Mutilo el jardín sacándoles algunas flores exóticas  empleadas para elaborar cinco ramilletes  que irían para las cinco mesas dispuestas a recibir a los invitados. Hicimos  etiquetas  con cartulina que reciclamos de una bolsa de papel para envolver regalos, de esas que quedan del veinticuatro de diciembre; allí colocamos las servilletas y mi nombre.

 Me puse en la tarea  de pintar las carpetas, para las mesas. Fue algo breve en su forma, pero con mucha carga emocional. Cuando trazaba las líneas, casi infantiles, siempre estaba Joan Miro en mis pensamientos. Su obra reflejo de su subconsciente y tal vez del mío. Me atrae el surrealismo.  

 Decía Miró:
“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de tránsito parecido al que experimentaban los orientales.

En 1918 también escribía:
“Nada de simplificaciones ni abstracciones. Por ahora lo que me interesa más es la caligrafía de un árbol o de un tejado, hoja por hoja, ramita por ramita, hierba por hierba, teja por teja. Esto no quiere decir que estos paisajes al final acaben siendo cubistas o rabiosamente sintéticos. En fin, ya veremos. Lo que si me propongo es trabajar mucho tiempo en las telas y dejarlas lo más acabadas posible, así es que al final de temporada y después de haber trabajado mucho si aparezco con pocas telas; no pasa nada. Durante el invierno siguiente continuarán los señores críticos diciendo que persisto en mi desorientación”.
Miró estaba  muy, pero muy orientado, los desorientados eran otros, como siempre sucede con la historia que dejamos al caminar.

Advierto a los desorientados –No me estoy comparando con Miró-
Nadie estaba obligado a celebrar mis cumpleaños, por eso fue tan agradable compartir  tanto compromiso y pasión.

Elsy

martes, febrero 04, 2014

Pias=País




Foto: Elsy
 En el corregimiento  hay de todo, pero nunca me imaginé que existiera  un almacén de prendas íntimas, de todos los colores y modelos,  colocadas en maniquís de tal forma que es imposible no colocar la mirada sobre ellas y dar  inicio a una misión especial. Cuando tránsito por ese andén me imagino metida  en esa ropa, la roja, estaría bien para un ardiente  anochecer. 

Me cuestiono si  así pudiera seducir con soberana libertad y eclipsar como un sol a mi hombre; o el preferiría que le hable de los asesinatos de mi país, las interceptaciones de llamadas, de la niñez desamparada, de las madres solteras, de las mujeres que mueren por un aborto,  luego reflexiono y me interpelo: - Es que el asesinato y la miseria humana no seduce sino a los fascistas. Mi hombre debe indignarse ante la miseria.  Él debe ser sensible, sensual, amoroso, tierno, como deberían ser los revolucionarios: Amar, desear,  buena persona y un revolucionario a prueba del más feroz  invierno.

¿Qué podría pasar con esa ropa íntima, un  blues, velas y una copa de vino, o más sencillo, con sabanas limpias y cierta dosis de caricias, sin prisa, besos y juegos para empezar la noche  y tu ahogándome con tus repetidos suspiros?  Mi imaginación no tendría limites,te amaría como la más  rebelde resistente, delirante y comprometida por la justicia social.

 – Tal vez no tenga importancia la ropa- 

Al costado de dicho almacén hay otro, donde ofrecen servicios de fax y  fotocopias. ¿Qué tal? Ése es mi país.

Elsy

domingo, febrero 02, 2014

¡Miren las replicas, de la lluvia!

Flor del limón (Foto: Elsy)
Flor del mango (Foto:Elsy)

¡Miren lo que dejan las réplicas, de la lluvia!

Anoche no  tuve un sueño reparador, engullía infinidad de pensamientos,  me hormigueaba la ansiedad, me perseguían malignos y culpables placeres.  Fue una noche  de auténtica  tragedia  shakesperiana. Le robé a la sambra el optimismo y con dificultad retiré del paso los escombros del desamor y salté. Ya no quedaba nada interesante.
Apareció la lluvia…emprendí el vuelo con mi imperdonable alegría como combustible, preguntándome: ¿Qué va a ocurrir después de esta tormenta?

Ya en la mañana, me levanté agitada dispuesta a organizar la sabana mojada de sudor, con muchos pliegues, dejados por los innumerables movimientos. Con  mayor nitidez en los  pensamientos me dirigí al jardín,  me detuve frente el limón y al mango; una alegría irresistible, fascinante inundó la incómoda grieta que dejó la noche: Habían  florecidos dos árboles. Ya sé que después de la florescencia llega el fruto. Así, como detrás de una noche indolente llega el  día inesperado, con sus breves alegrías.
Elsy