Nadie estaba obligado (a) a tanta pasión
Foto: Elsy |
Mi hermana y yo estuvimos muy atareadas en los preparativos, elaboramos una lista con las tareas y las compras; íbamos al pueblo varias veces porque siempre nos faltaba algo. Todo formaba parte de la organización, no queríamos ninguna improvisación . –Ella-, mi hermana, se ocupó de la cena, -la que habíamos acordado-. Mutilo el jardín sacándoles algunas flores exóticas empleadas para elaborar cinco ramilletes que irían para las cinco mesas dispuestas a recibir a los invitados. Hicimos etiquetas con cartulina que reciclamos de una bolsa de papel para envolver regalos, de esas que quedan del veinticuatro de diciembre; allí colocamos las servilletas y mi nombre.
Me puse en la tarea de pintar las carpetas, para las mesas. Fue algo breve en su forma, pero con mucha carga emocional. Cuando trazaba las líneas, casi infantiles, siempre estaba Joan Miro en mis pensamientos. Su obra reflejo de su subconsciente y tal vez del mío. Me atrae el surrealismo.
Decía Miró:
“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre
que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces
Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de tránsito
parecido al que experimentaban los orientales.”
En 1918 también escribía:
“Nada de simplificaciones ni abstracciones. Por ahora lo que
me interesa más es la caligrafía de un árbol o de un tejado, hoja por hoja,
ramita por ramita, hierba por hierba, teja por teja. Esto no quiere decir que
estos paisajes al final acaben siendo cubistas o rabiosamente sintéticos. En
fin, ya veremos. Lo que si me propongo es trabajar mucho tiempo en las telas y
dejarlas lo más acabadas posible, así es que al final de temporada y después de
haber trabajado mucho si aparezco con pocas telas; no pasa nada. Durante el
invierno siguiente continuarán los señores críticos diciendo que persisto en mi
desorientación”.
Miró estaba muy, pero muy orientado, los desorientados
eran otros, como siempre sucede con la historia que dejamos al caminar.
Advierto a los desorientados –No me estoy comparando con
Miró-
Nadie estaba obligado a celebrar mis cumpleaños, por eso fue
tan agradable compartir tanto compromiso
y pasión.
Elsy
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