martes, febrero 11, 2014

Nadie estaba obligado (a) a tanta pasión

 Foto: Elsy
Celebré mis cumpleaños con tres días de anticipación para que pudieran asistir casi todos los invitados -no eran cuatrocientas-, eso no  -pocos, pero familiares-

Mi hermana y yo estuvimos muy  atareadas en los preparativos, elaboramos  una lista con las tareas y las compras; íbamos  al pueblo varias veces porque  siempre nos faltaba algo. Todo formaba parte de la organización, no queríamos ninguna improvisación . –Ella-, mi hermana, se ocupó  de la cena, -la que habíamos acordado-. Mutilo el jardín sacándoles algunas flores exóticas  empleadas para elaborar cinco ramilletes  que irían para las cinco mesas dispuestas a recibir a los invitados. Hicimos  etiquetas  con cartulina que reciclamos de una bolsa de papel para envolver regalos, de esas que quedan del veinticuatro de diciembre; allí colocamos las servilletas y mi nombre.

 Me puse en la tarea  de pintar las carpetas, para las mesas. Fue algo breve en su forma, pero con mucha carga emocional. Cuando trazaba las líneas, casi infantiles, siempre estaba Joan Miro en mis pensamientos. Su obra reflejo de su subconsciente y tal vez del mío. Me atrae el surrealismo.  

 Decía Miró:
“Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de tránsito parecido al que experimentaban los orientales.

En 1918 también escribía:
“Nada de simplificaciones ni abstracciones. Por ahora lo que me interesa más es la caligrafía de un árbol o de un tejado, hoja por hoja, ramita por ramita, hierba por hierba, teja por teja. Esto no quiere decir que estos paisajes al final acaben siendo cubistas o rabiosamente sintéticos. En fin, ya veremos. Lo que si me propongo es trabajar mucho tiempo en las telas y dejarlas lo más acabadas posible, así es que al final de temporada y después de haber trabajado mucho si aparezco con pocas telas; no pasa nada. Durante el invierno siguiente continuarán los señores críticos diciendo que persisto en mi desorientación”.
Miró estaba  muy, pero muy orientado, los desorientados eran otros, como siempre sucede con la historia que dejamos al caminar.

Advierto a los desorientados –No me estoy comparando con Miró-
Nadie estaba obligado a celebrar mis cumpleaños, por eso fue tan agradable compartir  tanto compromiso y pasión.

Elsy

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