lunes, abril 07, 2008

Migraciones de mariposas



Gustavo Duch Guillot
El Periódico de Catalunya

Dicen que llegaban como una nube amarilla. Las mariposas de San Juan viajaban desde Haití hasta el este de la República Dominicana descansando en cada aldea. Las niñas las perseguían para guardarlas en cajitas de bambú. Con los dedos teñidos de su polvo amarillo se pintaban los ojos, entrenándose para ser mujercitas. Se organizaban hospitales de emergencia para atender a las mariposas aturdidas alimentándolas con rodajas de guineos. Con las alas de las fallecidas, se cosían collares de cristal.

Dicen que ya no llegan. Los monocultivos han despoblado los campos de flores, los pesticidas han exterminado a sus pobladores y el aire está contaminado. Las mariposas no se ven, y cuando se ven son mal vistas. Dicen, pero no es cierto. Las mariposas de San Juan, como todos los seres excluidos del Planeta, tienen el don de la persistencia. Salen de a poquitas, viajando por la costa, al atardecer, cuando las gentes tiene los ojos cansados y en la oscuridad de cada parpadeo, vuelan un trecho, refugiándose de caracola en caracola, para buscar un destino.

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