a veces dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso
se te ocurre regresar...
- J.Sabina -
Un vaso con agua, tres libros, un encendedor, el tabaco
y unas colillas en el cenicero...."Tengo que poner en
orden mi mesa de noche, será mañana, antes de ir al trabajo".
Miro el despertador mientras una orquesta barroca
me regala una sonrisa de Bach. Apago la luz y me duermo en segundos.
La cafetera tosiendo en el fuego, mi cara en el espejo sufriendo,
manchada con blanca espuma, y dos cortaditas pequeñas:
casi una ofrenda al mundo en gestos, de diaria oración, al día que empieza.
He tenido que buscar mi pijama y la encontré entre la
ropa de ayer y en la de mañana. Mi cama sigue distendida.
La mesa, junto a la cama, igual que anoche... pongo un poemario
de Rimbaud encima de los tres libros que ya se habían
acostado, anteriormente conmigo. Apago la colilla, una
más en el cenicero, un fado portugués me acompaña en
la lectura para descansar de tantas horas pasadas por
tecleados de códigos y esquemas sinópticos frente a la computadora.
Despierto con sed. “!Coño! El vaso ya está vacío" Es una
sed de jacarandas en flor, una sed de contacto de labios
la que me levanta y me guía los pasos hacia la cocina. A
tientas encuentro un vaso y tomar agua. Son las dos
y cuarto: me regreso a la cama, cargando de sonrisas lo
que estaba soñando. Un sabor a brisa entra por la ventana:
la dejé medio abierta, por si te decides regresar...
Firenze, 9 Marzo 2002