martes, noviembre 07, 2006

Sombras



Tal vez, la sombra de borinquen, de la cual habla en éste poema, mi amigo y poeta Raffaello, sea alta, fina, de tacones, de caminar rítmico y lento, de mechones sobre la frente, de labios dormidos o despiertos, de pestañas anchas, como la avenida primera de mi ciudad. Tal vez fue en verano, en otoño, en invierno o en primavera, que empezó a seguirla.

No lo se, solo él, sabe de su esencia, no me atrevo a penetrar en su universo. No se de qué está conformada esa sombra, Tal vez, ya no la sigua, de pronto si…eso forma parte de su historia.

Tengo las mías, y dibujé la sombra que todavía me sigue, el pensamiento del Che. También sin saberlo, dibujé las dos sombras.


Sombras

Hay sombras que pueden ser blanquísimas a veces, y sombras que no
siempre traen malos presagios: hoy vi un inmaculado lirio cruzar la
calle de un lado a otro de la acera. Claro, también vi sombras de
naufragios inundarme los días, pero sequé los malos agüeros, porque
también hay sombras que perpetúan el más criptado análisis onírico,
pienso en esas sombras que dejan olor a húmedas anémonas de marzo, como
un solo de piano en su momento de sosiego entre dos mambos.
También hay sombras que van pisando las huellas de una invisible cinta
que lentamente va uniendo diferentes trayectorias de un mismo arte tan
devotamente sumiso.
Las sombras se van pisando entre ellas mismas: eso también suele
suceder en las alturas-vértigo de lo inefable... Ya sé que otros
ángeles, otros locos, y otros obreros no-global seguirán pariendo
sombras, y el sol les dará su porción de sombras según la estación y la
latitud que a cada cual le corresponda...Lo importante es que no todas
las sombras lleven en sí malos presagios, lo importante es que mi flor
de Borinquen siempre renueve su sombra, sea en la
pared o en la pantalla diurna de la imaginación, sombras sinuosas, musicales
e intensas de esa abstracta materia que hace la felicidad...

Firenze, 5 giugno 2004
Raffaello Bocciollini

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